viernes, 18 de marzo de 2011

Aprovechar el potencial de las herramientas digitales para mejorar la democracia

El tema 7 de la asignatura Periodismo Multimedia ha estado dedicado a reflexionar sobre el potencial que ofrecen Internet y las Nuevas Tecnologías en la construcción de una sólida y legítima democracia.

Una de las actividades realizadas en relación a este tema ha sido la lectura de diferentes reportajes e informes que tratan dicho tema. Todos ellos ponen de manifiesto que la popularización de Internet ha dado lugar a una nueva forma de socialización, en la que aparecen nuevas posibilidades de participación política, las cuales ponen en peligro algunas estructuras de la política y económicas que surgieran en el siglo XIX.

En este sentido, es esencial el discurso que de Juan Luis Cebrián pronunció en la apertura del curso 2011 de la Escuela de Periodismo de El País:

el error de congresistas y gobernantes en la defensa de la ley es parecido al que cometen los internautas en el ataque a la misma; la suposición de que la norma en el mundo de la red sigue siendo la que emana del universo jurídico, la ley misma, cuando en realidad la norma en la red es el software. Es ahí, en el software, y no en la actualización de los códigos napoleónicos, donde debemos bucear la respuesta a los numerosos interrogantes que la sociedad digital propone. Y eso vale tanto para la ordenación jurídica, como para la regulación económica o la definición de los modelos de negocio de los llamados medios de comunicación”

Las palabras de Cebrían ponen de manifiesto que se necesita una legislación más adecuada a la realidad actual, pero a la vez no se puede negar la validez a las normas vigentes. En realidad, en este y en otros tantos ámbitos de la vida, las nuevas estructuras no invalidan las anteriores, sino que se superponen a ellas como una capa de complejidad.


Efectivamente, el poder de la ciudadanía es ahora mayor que nunca antes. Miles de personas que se unen en torno a las posibilidades que les ofrece la interacción wiki y cuyas acciones pueden ir en contra de los intereses de las grandes empresas o de los partidos políticos. No obstante, estas organizaciones también plantean problemas derivados de la idea de que la participación online nada tienen que ver con las anteriores.

Así pues, Wikileaks, la web fundada en 2006 por Julian Assange que revela secretos de los gobiernos e instituciones, es el ejemplo por excelencia de las iniciativas surgidas al amparo de Internet y que pretende crear una democracia más transparente. No obstante, hay que tener en cuenta que porque se disponga de la tecnología que permite publicar documentos secretos con total garantía de anonimato no necesariamente hay que publicar todos los secretos, máxime si la publicación va a poner en peligro la vida de determinadas personas o va a afectar a la seguridad de las naciones.

Por otro lado, la carta que las organizaciones Actuable y Avaaz remitieron el pasado mes de marzo a los principales partidos políticos en la que expresaban su descontento con el hecho de que en las candidaturas a las próximas elecciones del 22 de mayo cuenten con políticos a los que se les imputa delitos de corrupción viola el derecho básico a la presunción de inocencia, ya que se cita expresamente a Francisco Camps y María José Lara como dos personas con las que se constata “la falta de compromiso político en la lucha contra la corrupción”, personas contra las que ningún juez ha dictado sentencia.

Por último cabe mencionar a Anonymus. Se trata de una agrupación que lucha por “la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos”. No tienen líderes ni portavoces. Desde esta (des)organización, tal y como sus miembros la definen, se han fraguado acciones como el ataque a la página de la SGAE y de diferentes partidos políticos españoles en relación a la Ley Sinde, o el ataque a Visa, Mastercard, PayPal o Amazon por su espaldarazo a Wikileaks. No obstante, esta estructura plantea los siguientes problemas:

En primer lugar, Anonymus dice luchar en pro de “la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos”… pero no define unos objetivos concretos ni tampoco determina los métodos que tolera en esta lucha, no se sabe quienes hay detrás, con lo que colaborar con organizaciones de este tipo parece un poco arriesgado.

Por otro lado, la falta de concreción con respecto a sus objetivos se plasma en frases como “no somos miembros de ningún partido político, no somos políticos, somos activistas. Me ofendería si me adscribieran a cualquier corriente política”. En esta frase están confundiendo la política con las recetas de hacer política. La política se refiere a aquella actividad que trata los asuntos que atañen al conjunto de todos los ciudadanos. Así pues, luchar por “la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos” al margen de la política es algo imposible. Otra cosa es no compartir las formas las formas en la que ésta se ha desarrollado desde la Ilustración o no identificarte con ninguno de los partidos políticos que existen en la actualidad, que en realidad, representan recetas de hacer política.

En conclusión, no se puede negar el valor de estas organizaciones en la lucha por mejorar la democracia. No obstante, para que ello realmente surta efectos, estas acciones han de hacerse dentro de los límites previstos por la ley.

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